miércoles, 8 de noviembre de 2017

¿Porqué coleccionamos monedas?

Es algo que siempre me he preguntado. ¿Porqué nos gusta tanto esta afición? ¿porqué vemos un objeto redondo y se nos acelera el corazón? Son simples objetos, pero creo que coincidiréis conmigo que cuando vemos una pieza que nos falta o que nos gusta, nos produce una serie de sentimientos indescriptibles.

Esta entrada no pretende ser una investigación científica sobre las bases psicológicas del coleccionista. Solo pretendo expresar en voz alta algunas reflexiones personales, compartirlas con vosotros y ver si estáis o no de acuerdo con ellas.

Cuando somos niños, coleccionamos de todo: cromos, minerales, insectos... Es una forma de entretenimiento, pero que tiene dos vertientes interesantes para el ser humano:

1. Coleccionando objetos "amueblamos" nuestra cabeza. El ser humano se caracteriza por catalogar su mundo. La base del conocimiento comienza así. Si no distinguimos si un mineral es diferente a otro no podríamos utilizarlos. El mundo es un caos sin diferenciar los que nos rodea. El bien y el mal, lo frío y lo caliente, lo comestible y lo no comestible, lo lejos y lo cerca, lo vegetal y lo animal. Para un niño el coleccionar hace que las cosas se diferencien unas de otras y que se puedan ordenar de una manera lógica. El coleccionar es un aprendizaje útil para el futuro.

2. En muchas ocasiones, el niño, cuando colecciona socializa. A veces con sus padres, otras con sus amigos, otras con desconocidos. Aprende a negociar con otros, implica a sus padres, llama su atención. Esto también va a ser importante de cara a su aprendizaje para el futuro. Por contaros una anécdota personal, creo que mi afición a la numismática es debida a que mi padre, que trajo unas monedas de Suiza, me dijo cuando era muy pequeño que quería que yo fuera el responsable de esas monedas; y lo fui, aún las tengo a buen recaudo. Desde 1935 hasta 1969 esta moneda se fabricó en plata; su valor, unos 10 euros. Su valor sentimental, enorme. Os dejo la imagen de esa moneda.

5 Francos suizos año 1968. Plata. Ley 0,8350. Peso: 15 gramos. Peso Plata: 12,53 gr.
 3. Todo esto crea un hábito, que cuando somos mayores, seguramente cambiará el objeto de la colección. No conozco mucha gente que de mayor siga coleccionando cromos, pero si monedas, billetes, sellos... chapas de cerveza, sobres de azúcar...

Hasta ahora he hablado sobre el coleccionismo en sí, pero no el porqué del coleccionismo de monedas. Personalmente creo que es por lo siguiente:

a. Es de las pocas colecciones que puede aumentar su valor, o, al menos, mantenerlo. Esto es relativo, porque hay gente que se ha gastado mucho dinero en su colección y luego la ha malvendido y ha perdido mucho, pero también existe el caso contrario, tener una colección que ha costado relativamente poco dinero y que luego se ha vendido por un pastón. Lo que está claro es que no creo que coleccionar insectos o sobres de azúcar sea rentable de cara a un futuro. Lo de las monedas, depende, si colecciono monedas de oro sé que, al menos, en un futuro mi colección valdrá lo que cueste el oro en ese momento.

b. Las monedas son objetos resistentes. Esto es obvio. Si colecciono sellos, billetes o sobres de azúcar su conservación va a ser más complicada. Si me cae sobre un billete una gota de aceite, me quedo sin billete; no pasaría lo mismo con una moneda.

c. La variedad disponible de monedas es enorme. Llevamos miles de años con monedas. Otras colecciones, como las de sellos o billetes, mucho menos. Monedas romanas, griegas, ibéricas, de una Ceca determinada, de un país determinado, bimetálicas, de oro, de plata, variantes, duros, onzas...

d. Podemos hacer una colección de monedas con coste 0. Si colecciono monedas en circulación, como euros, o pesetas en su momento, puedo hacer una colección con monedas que pasan por mis manos, o que puedo adquirir en el banco de España o en otras entidades por su valor facial.
Si luego decido dejar mi colección, las vuelvo a meter en circulación. También los coleccionistas de errores y variantes pueden forjar su colección, o parte de ella, con monedas de circulación.

e. El componente sentimental. Por una parte muchos padres legan su colección de monedas a sus hijos, o se van con ellos al rastro o a una numismática a comprar. Por otra parte, las monedas forman parte de nuestra historia personal. Yo tengo presente varios capítulos de mi vida ligados a monedas, no solo por ir al rastro o a la Lonja de Valencia a mirar y comprar. Recuerdo por ejemplo de pequeño, jugando con amigos, que nos encontramos unas monedas de 10 céntimos del jinete, que por entonces ya no circulaban, pero que me llamaron mucho la atención. O comprar con una moneda de 2,50 pesetas cuando ya estaban retiradas, pero que la persona del kiosco me la aceptó, o un amigo del colegio que trajo a clase la primera moneda de 100 pesetas de 1992, o los regalos de mis tíos y abuelos...

Me encantaría que contarais vuestras experiencias y opiniones.


2 comentarios:

  1. Yo no puedo ponerle un valor a mi colección, no podría nunca venderla, pero se que al partir, otro la venderá o regalará, cuando tomé en serio mi colección, mi abuelo me regaló su colección, que no sabía que existía, hoy ya se la heredé a mi sobrina que mostró interés en ayudarme a buscar monedas y billetes para agregarlos. No se porqué empecé, no investigo mucho de la historias o detalles, creo ser solo una aficionada, que cuando está de vacaciones, se sienta a catalogar y re distribuir las monedas y siento que utilizo mi tiempo en algo que me recuerda a mi abuelo que ya no está

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    1. Muy bonito tu comentario. Yo también tengo monedas que me recuerdan a gente que ya no está. Seguramente es uno de los motivos del coleccionismo. Últimamente estoy haciendo muchos compañeros de viaje con esto de las monedas, y creo que, al final, va a ser más importante esto que la propia colección. Un saludo.

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